El lunar de J


J es una persona maravillosa. La primera vez que la vi estaba en uniforme, al igual que todxs, y con todo y eso encontró la forma de resaltar por encima de cientxs de personas vestidas de la misma manera. Tiene un lunar encantador encima de su boca (¡¡¡La iría a buscar hasta el fin del mundo solo por ese lunar!!!). Por ser tan espectacular es que ausencia ha golpeado a todos tan fuerte. En serio. Es como si una gran montaña desapareciera de un día para otro. Todxs nos daríamos cuenta de su ausencia y nos pasaríamos señalando el punto en el que estaba. Eso me sucede con J y su lunar.

Esa boca fue lo único que vi cuando alguien me brindó por primera vez su apoyo la vez me quité el pelo y decidí cambiar de uniforme. Entonces fue una boca doblemente bella para mí. J es una persona bonita por dentro y por fuera, por eso nos ha dolido a todxs que no esté entre nosotrxs. Debo confesar que busco su nombre en las lupitas de todas las redes sociales, con la esperanza de encontrar cualquier cosa que nos diga que está bien. Y siempre encuentro las mismas cuentas desactivadas. Eso me frena el impulso loco de ver sus fotos e imaginarla de nuevo dándome su apoyo. Cuando todos se burlaron de mi cambio, ella fue la única persona que tuvo una sonrisa y me hizo sentir que todo era correcto. Luego llegó D, es cierto, pero J no tenía ningún motivo para apoyarme. Aun así lo hizo, porque ella era la chica ideal que todxs hubieran querido ser siempre: bonita, buena, inolvidable.

Siempre he sido fanáticx de pensar en finales alternativos para las cosas que pasan en la vida. ¿Qué hubiera pasado si J no se hubiera cuadrado con R? ¿Seguiría entre nosotrxs? ¿Qué sería de la vida si R no fuera tan perro? J seguro se hubiera vuelto nada por el desengaño y se habría acabado eso de ser buena persona. Es cierto que la vida a veces te obliga a ser durx con los demás. Pero que J viviera en su cuento de hadas la hizo esa persona ideal que me apoyó en mis peores momentos. Soy un poco egoístx al pensarlo así. 


Ayer hubo una misa en el colegio para pedir por su regreso. Allí estuve. Y debo confesar que cerré muy fuerte los ojos y pensé con mi corazón y sentí con mi mente: J, regresa por favor, este colegio es demasiado vacío para mí si tú no estás aquí. 

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