Ey, No eres hija de mamá







Del salón de clases a la habitación. De la habitación al salón de clases. Las risitas y las miradas seguían. Viejx, cuando esa clase de cosas siguen y siguen, te planteas sinceramente si lo que hiciste estuvo mal. Llegas del bullying callado del colegio a que tu madre en la casa lance un grito cada vez que te ve porque te quitaste el pelo de niña que tenías.
—Mi amor, luego de comprarte todos esos shampoos y tratamientos. Y tenías el pelo tan divino…
Me preocupa especialmente mi mamá. Ella se percata de los cambios más allá del cabello, algo que pasa porque quizá es mujer y es más detallista. Y bueno, porque es-mi-mamá…
A ella le parece bastante extraño que haya cambiado de ropa de un momento para otro y que no sea como las niñas del colegio, que se visten provocativas y mostrando lo más que pueden. Conmigo pasa todo lo contrario, porque dejé las faldas y las ombligueras por los pantalones anchos y las chaquetas de jean y con taches.
—Nena, ahora es que te gusta la música metálica (¿?)
Eso puede sonar hasta folclórico, querido diario, si no fuera porque en serio la veo muy preocupada por cada camaleónica decisión que tomo. A veces encuentro mis cosas revolcadas y sospecho que ha ido al colegio a hablar con la psicóloga, porque esta vieja también se me acercó para hablarme no sé qué cosas de la familia y de ser niñx, y que las crisis de la adolescencia y que lo importante que es hablar…
Creo que todos los santos y todos los criminales siempre quisieran confesarles a sus padres eso que los marca. Es como si debieran ser las primeras personas en saberlo. Eso es porque siempre quisiéramos verlos felices por nosotrxs y nunca quisiéramos verlos sufrir por nuestra culpa. A mí me pasa eso con mi mamá: quisiera que estuviera loca de felicidad por mi cambio, no que sufriera por él porque no puede entenderlo.
Hay otra cosa que he descubierto, y es que los padres quieren verse reflejados en sus hijos. Obvio, mi mamá quiere verse en mí. Le preocupa que pueda alejarme del camino “normal” en la sociedad, o que alguien se burle de mis cambios. Y la verdad es que tiene razón. Se burlan y lo paso fatal. Debe pensar que hizo “algo mal” para que todo esto pasara.
Quisiera tener el valor de poder sentar a papá y mamá en la sala y hacerles entender que no está pasando nada malo. Que todo se resume en que ya no soy su niña.


Que entendieran que no soy niña.

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